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Un buen desarrollo psicomotor del niño es fundamental para desarrollar sus capacidades de aprendizaje, coordinación y para relacionarse con su entorno.

Entorno y desarrollo psicomotor del niño

El entorno y el desarrollo psicomotor del niño están muy relacionados, los niños exploran a través del movimiento el mundo que los rodea y van aprendiendo cuales son los límites de su cuerpo y de sus capacidades. Poco a poco los límites y las capacidades se van ampliando y proporcionando, a través del conocimiento, seguridad en sí mismos y autoestima.

El conocimiento del entorno y del propio cuerpo es indispensable para adquirir la capacidad de plasmar lo que vemos, sentimos y oímos (abstracción y representación).

 

El desarrollo psicomotor del niño lleva parejo el desarrollo y adquisición de muchas habilidades.

Movimiento y desarrollo psicomotor

El desarrollo psicomotor está formado por una serie de aprendizajes que el niño realiza a través del movimiento.

 

El movimiento humano no es solo el resultado de la contracción de algún músculo, sino que es un acto voluntario orientado a un fin determinado, con un objetivo, algo planificado e intencionado.

Este objetivo está situado en el medio que nos rodea, así que la motivación del movimiento dependerá de los estímulos que nos proporcione el entorno.

El niño va consiguiendo progresivamente objetivos tales como: darse la vuelta, sentarse, gatear o caminar.

Se alcanzan estas habilidades con el objetivo de conseguir cosas que están a nuestro alrededor. El desarrollo psicomotor nos ayuda a poner en marcha los mecanismos necesarios para alcanzar aquello que el niño quiere. El niño va aprendiendo lo que tiene que hacer para conseguir su objetivo.

¿Cómo y cuando aprendemos?

Son básicos y fundamentales los primeros años de vida ya que durante ellos se empieza a experimentar con nuestro propio cuerpo y con todo lo que nos rodea.

Es necesario el movimiento para un buen desarrollo psicomotor pues la actividad física permitirá a los niños la consecución de los primeros logros psicomotrices que se incorporarán al desarrollo cerebral y cognitivo.

Estos logros permitirán que el futuro adulto adquiera la autonomía y las habilidades sociales necesarias.
Las diferentes habilidades son:

  • Locomotoras: caminar, correr, saltar, etc.
  • Manipulación postural: lanzar, agarrar, etc.

La primera vez que el bebé consigue realizar un movimiento es por casualidad.

A partir de aquí se da cuenta de la posibilidad y lo vuelve a intentar, y lo repite infinidad de veces hasta que lo domina. Es decir, hasta que tiene grabado en su cerebro la forma de hacerlo y por lo tanto pasa a ser algo automático. Así aprendemos absolutamente todo a lo largo de nuestra vida, a través de la práctica.

Cuando estimulamos y ayudamos al niño en su desarrollo psicomotor lo que hacemos no es esperar a que intervenga el azar, sino que le ayudamos nosotros a descubrir sus posibilidades.

Fases del desarrollo psicomotor

Lo importancia y utilidad de las tablas de desarrollo psicomotor radica en que nos proporcionan el orden en que se adquieren los aprendizajes, el orden necesario para un desarrollo psicomotor armónico y adecuado. Es tan importante si el niño hace lo que le corresponde según su edad, como si ha realizado todos los aprendizajes previos a la edad cronológica.

El niño va avanzando poco en la consecución de habilidades que involucran tanto la actividad mental como la muscular. El desarrollo psicomotor del niño tienen diferentes etapas:

  • Desde el momento de nacer hasta +- los tres meses: durante estos primeros meses de vida se le debe prestar al niño mucha atención, hay que tocarlo y acariciarlo sin dejar de hablarle y sonreírle. Poco a poco el empezará a sonreír, podrá sostener la cabeza y empieza a mostrar interés por algunos objetos, le atraen los colores fuertes y juega con sus manos.
  • Hasta los seis meses: sostiene la cabeza, juega con sus pies y manos y se lleva todo lo que coge a la boca. Aguanta bastante tiempo sentado, se ríe con los juegos y llora cuando se va la mamá.
  • Hasta los nueve meses: observa y escucha. Empieza a parlotear. Algunos ya empiezan a gatear. Se mantiene sentado sin caerse. Conoce su nombre. No suelen gustarle los extraños.
  • Doce meses: ha aprendido a comunicarse, dice sus primeras palabras. Entiende cuan se le dice: dame, ven, etc., Ha aprendido a dar besitos y se entretiene con sus juguetes, por los que siente una gran atracción.
  • Año y medio: son muchas las actividades que ya puede hacer solo como caminar, beber, lanzar la pelota, usar la cuchara. Se reconoce en el espejo. Conoce algunas partes de su cuerpo, puede subir escalera gateando.
  • Tres años: ya se siente muy independiente, puede montar en triciclo y comer sin ayuda.

Aprendizaje motriz = Aprendizaje cognitivo

Cada habilidad o aprendizaje motriz implica un desarrollo cognitivo que queda grabado en el cerebro.

Estos aprendizajes tienen lugar en un orden determinado, que es lo que conocemos como desarrollo psicomotor.

El estudio y análisis de estos aprendizajes nos ha proporcionado las tablas de desarrollo psicomotor.

Para que un niño tenga un desarrollo psicomotor adecuado debe ir avanzando a través de las diferentes fases, caminar es importante pero antes ha de haber aprendido a gatear, arrastrarse, girar, etc., pues estas actividades son fundamentales para que adquieran un buen sentido desequilibrio, orientación en el espacio y el tiempo, etc. La adquisición de estas habilidades le serán de gran utilidad para el dibujo, escribir o leer.

Los aprendizajes no se dan en un orden aleatorio, sino que el primero condiciona al segundo, pero también al décimo.

Imaginemos que el cerebro de un niño es un libro en blanco que vamos escribiendo con cada aprendizaje que realiza.

Las capacidades motrices y psíquicas no son inmediatas ni programadas, no surgen de forma espontánea en un momento determinado del desarrollo, sino que surgen como el resultado de un largo y complejo proceso de aprendizaje y además son dependientes entre ellas.

Consejos para conseguir un buen desarrollo psicomotor del niño

Las actividades más recomendadas son:

  • Ejercicios de relajación: con el propósito de conseguir que el tronco y las extremidades adquieran flexibilidad. Consisten en acariciar la espalda y la barriguita del bebé, hacerle mover las piernas y los brazos. Hay que hablarle y sonreírle pues escuchar la voz de su mamá le da una gran sensación de seguridad y protección.
  • Jugar con un rodillo: usar un rodillo de goma espuma, sobre él se colocará el niño boca abajo. Se empuja al niño suavemente en movimientos de vaivén.
  • Animarle a manipular juguetes: hay que proporcionarle juguetes de tela o goma (siempre seguros) como sonajeros, llaves, cuentos, etc., que él pueda manipular.
  • Hacerles rodar sobre él mismo muy suavemente.
  • Jugar con un balón de goma: mover el balón para que el niño intente cogerlo.

Fuente: Enbuenasmanos.com